- Los nuevos polímeros son de materia vegetal, como el almidón de maíz y nanofibras de cáñamo y lino, por lo que son reciclables y biodegradables
- Dos institutos tecnológicos valencianos, Itene y Aimplas, trabajan en el desarrollo de nuevos envases alimentarios sin productos derivados del petróleo
Dos institutos tecnológicos valencianos, Itene y Aimplas, trabajan en el desarrollo de un objetivo similar: obtener nuevos materiales para envases de la industria alimentaria que dejen de lado los plásticos convencionales, derivados del petróleo, y se fabriquen, en cambio, con componentes naturales, que sean por ello reciclables y biodegradables.
La idea general se encuadra en las directrices europeas de reducir en todo lo posible la dependencia de materias primas obtenidas de hidrocarburos fósiles y, por tanto, minimizar además los impactos contaminantes. De manera indirecta cabe que se consiga, además, incrementar las posibilidades de determinadas producciones agrícolas para atender la demanda de nuevos materiales.
Las dos iniciativas de dichos organismos valencianos de investigación participan, por separado, en sendos programas internacionales en los que colaboran con otras instancias científicas, universitarias y empresariales de diversos países europeos, contando con la financiación de la Unión Europea a través de su Séptimo Programa Marco.
Ambos proyectos trabajan sobre la base de utilizar el compuesto llamado PLA, que es un polímero del almidón del maíz. En el caso del Instituto del Embalaje, Transporte y Logística (Itene), esta base se refuerza con la utilización de nanofibras obtenidas del lino y el cáñamo, y también es posible que en otros momentos se empleen el yute, el sisal o el kenaf.
Según Mercedes Hortal, de Itene, las nanofibras se obtienen tras someter a complejos tratamientos dichos vegetales, que siempre se emplearon, por cierto, por las buenas cualidades de sus fibras visibles para tejer artículos y recipientes de trabajo, ajuar y prendas de vestir. Las nanofibras obtenidas de tratar estos vegetales son como un polvillo que se utiliza como un aditivo que refuerza la base derivada del almidón del maíz. De esta manera, las bandejas resultantes son aparentemente de plástico convencional, pero en este caso proviene de recursos renovables y biodegradables, se aprecia que es ligero y a la vez resistente.
Las nanofibras se añaden ahora en un porcentaje del 4% y Hortal piensa que se llegará a un 10%, lo que, de afianzarse la producción masiva de este tipo de envases, supondrá un acicate para los productores de lino o cáñamo.
El Instituto del Plástico (Aimplas) trabaja centrando el tiro en encargos concretos de fabricantes: obtener nuevos envases reciclables para lonchas de queso, tartas lácteas y pasta fresca. Nuria López, investigadora principal del centro, ha explicado que en este caso se combina el PLA derivado del maíz con el alcohol de polivinilo, por sus cualidades 'barrera' a los gases y por ser soluble al agua, lo que facilita su reutilización o biodegradación.
El reto de contar con recipientes de altas condiciones en su efecto 'barrera' ha sido tradicionalmente lo que más ha frenado en años anteriores el desarrollo de este tipo de materiales. Porque las materias primas y procesos se conocián, se podían fabricar vasos, platos, bandejas y cualquier artículo de alto consumo y rotación diaria con polímeros de origen vegetal, pero las elevadas exigencias alimentarias obligan a garantizar ante todo la higiene, la preservación de la calidad y la frescura del contenido y la ausencia de contaminaciones. Y esto es lo que están consiguiendo ahora los centros valencianos, con nanofibras en el caso de Itene, y con recubrimientos de ceras naturales en el de Aimplas.
Fuente: Las Provincias