lunes, 8 de septiembre de 2014

La caja de frutas reutilizable




Una caja de plástico (de polietileno de alta densidad o de polipropileno) puede servir para almacenar cosas en casa, para sentarse encima si se le da la vuelta, para colocar libros si se pone en vertical… O incluso para transportar fruta o verdura desde el campo hasta las tiendas. 

Reutilizar los objetos para evitar tener que fabricar otros nuevos constituye una de las reglas de oro del ecologismo, que defiende esta opción antes que el reciclaje. Esto parece coherente, sobre todo, si se trata del tipo de reciclaje en el que un material no se utiliza para fabricar otro igual, sino para transformarse en otro muy distinto que al final de su vida útil ya no se podrá volver a reciclar (como el textil fabricado con botellas de PET). Sin embargo, la reutilización no tiene por qué ser siempre la mejor alternativa. Veámoslo con un envase muy común: la misma caja de frutas. 

¿Cuál es la opción más ambiental para transportar productos hortofrutícolas: usar cajas de plástico reutilizables o de cartón de un solo uso? Pues, depende. Un trabajo de investigación de la Universidad del Estado de Michigan (EE UU) comparó estos dos tipos de envases para cargamentos de diez frutas u hortalizas distintas en el mercado norteamericano y concluyó que los de plástico reutilizables requerían un 39% menos de energía, producían un 95% menos de residuos y generaban un 29% menos de emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, los resultados fueron totalmente distintos en un estudio que realizaron hace unos años la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) y el Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística (ITENE) para el envío de tomates en camiones refrigerados desde Almería a Hamburgo (Alemania). 

Lo habitual cuando se mandan frutas u hortalizas fuera de España es que vayan en "envase perdido" que no va a volver. Ahora bien, los investigadores quisieron comparar los efectos ambientales de enviar esos tomates en cajas de cartón ondulado de un solo uso o de plástico plegables (que se pliegan una vez vacías). En este estudio, las cajas de cartón eran fabricadas nuevas para cada viaje y luego recicladas en Alemania para volver a producir cartón, mientras que las de plástico eran transportadas de vuelta a España para reutilizarlas de 5 a 100 veces. La conclusión principal fue que el impacto ambiental del envase de cartón ondulado de un solo uso era menor que el de plástico reutilizable en seis de las diez categorías analizadas (entre ellas, la del cambio climático), incluso considerando la hipótesis de las 100 reutilizaciones de las cajas de plástico. 

En cada uno de estos estudios los resultados fueron completamente distintos. De esto se pueden deducir dos cosas. Primera: las conclusiones de los trabajos basados en el Análisis de Ciclo de Vida (ACV) dependen mucho de dónde, cómo y quiénes lo hagan. Y segundo: las cajas de plástico reutilizables o las de un solo uso de cartón no son mejores o peores por sí mismas, sino que resulta también clave lo qué se haga con ellas. ¿Qué es lo que determina que sea preferible un sistema de envases reutilizables o de un solo uso? 

Como explica Mercedes Hortal, responsable del Departamento de Sostenibilidad de ITENE (un centro tecnológico de Valencia en el que participan numerosas empresas del sector), el que la balanza se incline hacia un lado u otro depende de diversos factores, siendo el principal la distancia de los desplazamientos. El utilizar envases reutilizables para enviar un producto a 2.457 kilómetros, como los tomates a Alemania, aumenta de forma considerable el impacto del transporte, pues las cajas reutilizables suelen ser más pesadas y voluminosas, además de tener que traerlas de vuelta (lo que supone un mayor consumo de carburante aunque se aproveche la vuelta de camiones vacíos). 

Lo cierto es que el ejemplo del tomate tampoco ha sido escogido al azar, pues se trata de la hortaliza que más se exporta desde España, por delante de la lechuga, el pepino o el pimiento. Aunque, los resultados serán muy diferentes en otros escenarios en los que los desplazamientos sean más cortos. 

Otro tipo de envases en el que existe mucha controversia es el de las bebidas y los refrescos. Hoy en día, sólo se reutilizan ya en España botellas en el llamado canal Horeca, que incluye unos 300.050 puntos de venta de hostelería, 243.000 bares, 82.000 restaurantes o 15.200 cafeterías. A diferencia de otros países europeos, aquellos otros envases comprados en el supermercado no pueden devolverse como antaño para que sean reutilizados y deben tirarse al cubo amarillo para enviarlos a una planta de reciclaje. ¿Es mejor una botella retornable que otra de un solo uso que sea triturada y fundida para crear una nueva? Pues, como incide Hortal, la respuesta vuelve a depender mucho de los sistemas de recogida y del número de kilómetros que tengan que realizar los camiones desde los puntos de consumo hasta las plantas embotelladoras de cada marca. “No hay verdades absolutas, cada caso es distinto”, comenta. 

En esta comparativa también se debe tener en cuenta que el envase reutilizable debe ser fabricado para aguantar mucho más que uno de un solo uso. Esto significa a veces recurrir a materiales con un mayor impacto ambiental, como ocurre con el plástico, frente al cartón o la madera. O a envases más pesados y voluminosos, lo que implica un mayor gasto en recursos, tanto en la fabricación como en los desplazamientos. Esto puede apreciarse también de forma clara en el peso y grosor de botellas de vidrio retornable servidas en un bar. Y, como incide la responsable de Sostenibilidad de ITENE, "tampoco hay que olvidar que de la robustez del envase dependerá que no se pierda o se estropee producto en el viaje”. 

A mayor resistencia pues, mayor será el gasto de recursos, pero también el de reutilizaciones, un factor clave en estos estudios. Como destaca Hortal, lo peor que puede pasar es que un envase diseñado para cien reutilizaciones se rompa o se extravíe cuando sólo lleva cinco. Esto último puede ocurrir por muy diversos motivos, pero en algunos países, puede darse también por causas muy diferentes a las de su uso normal, como cuando se pone de moda incluir alguna caja de fruta o de botellas de leche como parte del mobiliario de las casas.


Clemente Álvarez (Madrid, 1973) es un periodista especializado en medio ambiente y ciencia. Colaborador de El País desde 2004, le entusiasma mezclar elementos de la ecología con reactivos de la energía y la economía, aunque la fórmula pueda resultar inflamable.